NO NACIERON LOS NIÑOS...
No nacieron los niños
para padecer hambre, para sentir en la carne
y en la sangre
el agudo
filo del hielo
como el agudo filo de un cuchillo.
No nacieron los niños
para andar solitos por las calles
desnudos de lunas y de estrellas,
sedientos
de rosas y de soles.
No nacieron
solo
para beber ráfagas de viento
y llenarse los ojos,
poco a poco,
con páramos desolados
y miserias terrenas.
No nacieron los niños
para llenarse la boca
con coca,
paco o marihuana,
para cerrar puertas y ventanas,
para escalar cielos cenicientos,
o para enfrentar mares y tormentas.
No nacieron los niños
para vagar descalzos,
sin descanso, noche y día,
por vagones y andenes
dejando el corazón en cada baratija.
No nacieron
para acarrear
cartones, frustraciones,
y cargar los horrores del infierno.
No
nacieron para arrastrar carros y cadenas,
para vivir
en las sombras de la noche
y morir sin apenas un recuerdo.
No nacieron los niños,
no
nacieron,
para
hurgar en los contenedores
con el
llanto colgando de las manos
y la
angustia clavada hasta en los huesos.
No nacieron los niños,
no nacieron,
para enterrar los sueños y los besos
en inmundas zanjas cada invierno.
Nacieron
para remontar la esperanza
en barriletes
y sembrar de pájaros NO NACIERON LOS NIÑOS...
No nacieron los niños
para padecer hambre, para sentir en la carne
y en la sangre
el agudo
filo del hielo
como el agudo filo de un cuchillo.
No nacieron los niños
para andar solitos por las calles
desnudos de lunas y de estrellas,
sedientos
de rosas y de soles.
No nacieron
solo
para beber ráfagas de viento
y llenarse los ojos,
poco a poco,
con páramos desolados
y miserias terrenas.
No nacieron los niños
para llenarse la boca
con coca,
paco o marihuana,
para cerrar puertas y ventanas,
para escalar cielos cenicientos,
o para enfrentar mares y tormentas.
No nacieron los niños
para vagar descalzos,
sin descanso, noche y día,
por vagones y andenes
dejando el corazón en cada baratija.
No nacieron
para acarrear
cartones, frustraciones,
y cargar los horrores del infierno.
No
nacieron para arrastrar carros y cadenas,
para vivir
en las sombras de la noche
y morir sin apenas un recuerdo.
No nacieron los niños,
no
nacieron,
para
hurgar en los contenedores
con el
llanto colgando de las manos
y la
angustia clavada hasta en los huesos.
No nacieron los niños,
no nacieron,
para enterrar los sueños y los besos
en inmundas zanjas cada invierno.
Nacieron
para remontar la esperanza
en barriletes
y sembrar de pájaros
la aurora.
No nacieron los niños
para padecer hambre, para sentir en la carne
y en la sangre
el agudo
filo del hielo
como el agudo filo de un cuchillo.
No nacieron los niños
para andar solitos por las calles
desnudos de lunas y de estrellas,
sedientos
de rosas y de soles.
No nacieron
solo
para beber ráfagas de viento
y llenarse los ojos,
poco a poco,
con páramos desolados
y miserias terrenas.
No nacieron los niños
para llenarse la boca
con coca,
paco o marihuana,
para cerrar puertas y ventanas,
para escalar cielos cenicientos,
o para enfrentar mares y tormentas.
No nacieron los niños
para vagar descalzos,
sin descanso, noche y día,
por vagones y andenes
dejando el corazón en cada baratija.
No nacieron
para acarrear
cartones, frustraciones,
y cargar los horrores del infierno.
No
nacieron para arrastrar carros y cadenas,
para vivir
en las sombras de la noche
y morir sin apenas un recuerdo.
No nacieron los niños,
no
nacieron,
para
hurgar en los contenedores
con el
llanto colgando de las manos
y la
angustia clavada hasta en los huesos.
No nacieron los niños,
no nacieron,
para enterrar los sueños y los besos
en inmundas zanjas cada invierno.
Nacieron
para remontar la esperanza
en barriletes
y sembrar de pájaros
la aurora.
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